La talavera poblana es un emblema de la cerámica del Estado de Puebla. Se distingue por la base blanca marfil con acabado vítreo con decoración en colores azul, amarillo, negro, verde, naranja y/o malva (violeta pálido).
La manufactura se remonta al siglo XVI, creciendo su demanda para revestir iglesias y conventos, diferenciándose de la talavera española. Cuando los españoles se asentaron en la región poblana, los artesanos aprovecharon el conocimiento de los pueblos indígenas en la manipulación de la arcilla para adoptarla en lo que se convertiría en la talavera de la actualidad.
Los municipios que elaboran esta artesanía son Atlixco, Puebla, Cholula y Tecali. El proceso de la elaboración de la talavera es complicado: primero se mezcla arena negra de Amozoc y arena blanca de Tecali, se lava y filtra para quedarse con las partículas más finas. Después la pieza es modelada a mano en un torno, y dejada a secar varios días para cocerse a altas temperaturas y después de comprobar que no tiene fisuras o defectos, se aplica el vidriado blanco.
Posteriormente, el decorado se pinta a mano y finalmente se expone a un segundo cocido para endurecerlo. Este proceso puede llegar a tomar de tres a seis meses. Este miércoles fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en Bogotá, Colombia.
La representante mexicana dijo que “la talavera poblana es la representación material de nuestra identidad, misma que es compartida con los artesanos de Talavera de la Reina y de El Puente del Arzobispo”. La Unesco recibe anualmente cientos de candidaturas de los 178 Estados que ratificaron la convención, pero acepta considerar poco menos de 50. El objetivo final es la protección de la diversidad cultural frente a la globalización.